La obsesión por la visibilidad a toda costa. Que mi proyecto, que mi empresa esté lo más arriba posible en la página de búsquedas de Google, que tenga más ‘Me gusta’ en Facebook que la competencia o que logre más seguidores que nadie de tu sector en Twitter. Visibles, sin más. Luego ya llegarán las acciones, el trabajo y cómo explotar esa visibilidad.
La visibilidad no es más que un objetivo y no un fin en sí mismo. Es una herramienta que ayuda a alcanzar el fin último: hacer que tu producto/serivicio sea el elegido por la mayoría de tu mercado. Confundirlo acaba por pensar que todo se acaba cuando la marca logra cierta notoriedad, cuando se es visible para muchos ojos en la red.
Obsesionarse con lograr más seguidores en Twitter que el más inmediato competidor en tu sector empresarial sin más es un sinsentido. Simplemente porque si esa visibilidad es el fin último, cuando lo conquistes no sabrás qué hacer después. Todo ello si es que consigues alcanzarlo, puesto que, lejos de prácticas poco claras, es difícil obtenerla sin hacer las cosas bien.
Si no aspiras a vender buenos productos, si no luchas a diario por ofrecer los mejores servicios y con el mayor valor añadido posible, si no creas buenas ideas con las que mejorar los procesos de producción; si no das respuesta, realmente, a las necesidades de quienes deben comprarte... No tendrás nada que enseñar. No habrá nada que hacer visible.
Primero es la gallina y luego el huevo. Antes de buscar esa notoriedad, hay que preguntarse si haciendo lo que se está haciendo sería merecida. Plantearse qué se puede hacer mejor en la empresa (productos, precios, equipo, servicio al cliente) para ser relevante. Primero, hay que hacer cosas y bien para ser visible y no ser visible para luego pensar qué hacer con ello.
En Pymes y Autónomos | ¿Utilizar las redes sociales? Sí, pero con objetivos y un plan Imagen | quinn.anya