Espero que a media mañana, a mediodía, o cuando volváis a casa esta noche, querid@s lector@s, dediquéis un ratito de vuestro tiempo a vuestras parejas y les hayáis obsequiado con un presente, por pequeño que éste sea.
La leyenda urbana dice que el Día de San Valentín fue un invento de El Corte Inglés para vender en una época en que, finalizadas las rebajas, no había ninguna ocasión señalada en el calendario para potenciar el consumismo febril. Obviamente es eso: una leyenda urbana. Hay algo más detrás de esta festividad.
Sin embargo, de esta leyenda urbana han sabido nutrirse y, por qué no decirlo, aprovecharse los pequeños comerciantes de todo el mundo. Casi cualquier producto es un presente que pueda regalarse en San Valentín. ¿Alguien lo duda? Ya no sólo regalamos flores, bombones, perfumes o joyas. También tratamientos de belleza y relajación en Spas urbanos y balnearios, viajes de fin de semana, todo tipo de tecnología, libros, música, lencería, e incluso juguetería erótica...
Y es que el pequeño comercio ha aprovechado el tirón que las grandes superficies han dado a este 14 de febrero para llevarse al cliente a su terreno: una inversión mínima en decoración (ya sabéis, corazoncitos, cintas rojas, un par de pequeño cupidos por aquí y por allá) y algo de cartelería ("Promoción Especial", "Regala en San Valentín"... ), y ya tenemos un escaparate llamativo y a los clientes listos para realizar sus compras (eso sí, casi siempre de última hora)
La lección que aprendemos de ésto es muy sencilla: cualquier excusa, por nimia que pueda parecer, es buena para hacer negocio, si sabemos acompañarla del marketing adecuado.
Feliz San Valentín, corazones.
Imagen | Danadanadana