Muchos de los autónomos trabajan solos. Han dado el paso para dirigir su carrera profesional confiando en sus habilidades. Pero pasado un tiempo se dan cuenta que no van a tener una gran empresa, que tienen una base sólida de clientes, pero no pueden contratar más gente. A la vez esto les limita poder crecer y se quedan en el autoempleo.
La cuestión es si esta barrera nos avoca a la precariedad o no. Porque aunque para muchos no debería ser sinónimo, la verdad es que los que no pueden contratar a más gente son los que tienen ingresos más bajos. Y lamentablemente esto supone que un impago de un cliente, no poder decir que no a alguno que abusa de nosotros porque no podemos perder clientes o un mal mes acaban por reventar nuestro fondo de emergencia si hemos logrado crearlo.
Uno sabe que el autoempleo es precario cuando empieza a hacerlo todo el solo. No me refiero a su trabajo como profesional, sino más bien a ese asesor fiscal que se ocupará de nuestros impuestos, a ese abogado que nos tiene que reclamar un impago, etc. Esos servicios profesionales que necesitamos y nos ahorran mucho tiempo. Y sin embargo no podemos pagarlos.
Esto supone que tenemos que dedicar muchas más horas de nuestro tiempo primero a aprender sobre determinados temas y después a intentar llevarlos lo mejor posible. Porque cuando la hora de trabajo que tu facturas a un cliente es más baja que la que te cobra tu asesor es muy complicado delegar en estos servicios profesionales.
Es entonces cuando nos damos cuenta que a final de mes nos va quedando un beneficio que se asemeja a un salario digno, pero sin embargo el número de horas que dedicamos al trabajo no tiene nada ver con un trabajo por cuenta ajena. No tenemos vida más allá del trabajo, no tenemos vacaciones y siempre con la espada de Damocles de un impago sobre nuestra cabeza.
Si a esto le sumamos una fiscalidad que muchos entienden injusta, abusos a la hora de aplicar deducciones afectas a la actividad económica o una cotización que no está ligada a sus ingresos y les dejará una pensión mínima no nos podemos extrañar que muchos se plantean volver a trabajar en una empresa a la menor oportunidad.
Imagen | Rodolfo Quirós