En muchas ocasiones, se califica a los trabajadores autónomos como emprendedores, llegándose a igualar el significado de ambos términos. Sin embargo, y más allá de la discusión puramente semántica, no podemos utilizar de forma alternativa ambas denominaciones, ya que designan realidades muy diferentes.
Por un lado, autónomo designa a aquellos que trabajan por cuenta propia, para lo cual se hallan inscritos en un regimen especial de la Seguridad Social. Asimismo, se caracterizan por estar a medio camino entre los trabajadores asalariados y los empresarios. Debido a esta situación, poseen unas ventajas e inconvenientes únicos.
Por otro, un emprendedor es una persona que emprende. Más allá de la obviedad, lo cierto es que un emprendedor puede ser alguien que crea una empresa, que colabora en una asociación de vecinos (emprendedor social) o simplemente alguien que es pionero en algún campo dentro de la sociedad.
Me meto en este debate filosófico porque, de cara a articular y promover la actividad económica de este país, es importante diferenciar a ambos colectivos. Por lo general, los emprendedores suelen ser personas que quieren poner en marcha un proyecto empresarial (sea cual sea la forma administrativa que tome, entre la cual puede hallarse la figura del trabajador autónomo), generar riqueza económica y social (en forma de empleo) y cumplir un fin determinado.
Frente a esto, los trabajadores autónomos suelen ser personas que desarrollan una actividad económica para llegar a fin de mes, siendo este, en general, su mayor objetivo a largo plazo.
Con esta diferenciación no quiero decir que una opción sea mejor que otra. Simplemente quiero destacar que son dos colectivos muy diferentes. Cuando el gobierno afirma que quiere fomentar el emprendimiento y el autoempleo, y utiliza ambos términos como sinónimos, está cometiendo un error. El emprendimiento requiere un apoyo a largo plazo que suele ser muy superior al que necesitan los trabajadores autónomos. No es que el fomento del autoempleo no requiera una visión estratégica. Sin embargo, es mucho más sencillo enumerar y planificar los factores para gestionar esta promoción que la que pueda requerir un emprendedor.
Esto no quiere decir que no existan autónomos emprendedores. Lo que pretendo destacar es que no podemos comparar, por ejemplo, a Jesús Encinar de Idealista o a Martín Varsavsky de Fon con un repartidor de pan Bimbo o un maquetador. Sus necesidades y campos de trabajo son completamente diferentes.
Imagen | Wikipedia