Tener un contrato laboral es un gesto normal, que no debería ser noticia. Pero durante estos años de crisis económica, son muchos los trabajadores que han visto cómo debían rogar para obtener un contrato de trabajo dentro de lo que dictan las leyes.
Hace poco una persona me comentaba que había empezado a trabajar y que los trámites del contrato habían sido ágiles, en unos días todo estaba listo. La noticia no está en ese hecho sino en su tono casi de sorpresa por lo atípico que había sido aquello en su experiencia laboral en estos últimos años.
Aunque seamos conscientes de los obstáculos que tiene un pequeño empresario para poder hacer frente a tantos pagos, lo natural es que la otra parte sea consciente de esas limitaciones antes de comenzar en un trabajo.
Porque abrir una empresa conlleva riesgos y obligaciones y si éstos no son tenidos en cuenta por parte del gerente, no sólo se estará perjudicando él sino a un trabajador que espera recibir una retribución lógica respecto a sus obligaciones, y éstas pasan por poseer un contrato que refleje la veracidad de las horas que invierte en su puesto de trabajo.
Cada vez son más los contratos que reflejan unas horas de trabajo y que no se corresponden con la realidad. Un trabajador en esas circunstancias tarde o temprano optará por alguna de estas salidas:
- Denunciar
- Marcharse
- Denunciar y marcharse
¿Lo negativo y realista de esta situación? La necesidad de tener unos ingresos a fin de mes conlleva que muchos trabajadores valiosos, vean ninguneados sus derechos además de su autoestima.
Por lo que no es de extrañar que alguien contemple un contrato laboral como si se tratara de un tesoro de gran valor, sobre todo cuando en él aparecen las horas que dedicará realmente a la empresa.
En Pymes y Autónomos|Trabajar sin contrato es un peligro incluso como medio de subsistencia,Precariedad laboral: ¿quién le pone el cascabel al gato?