Antes de nada quiero que queden claros los conceptos según la R.A.E.:
Avaricia: 1. f. Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. Ambición: 1. f. Deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama.
La ambición puede servir para mejorar la empresa y el entorno en el proceso, la avaricia sólo conduce a nuestra propia autosatisfacción. Veamos las diferencias.
El avaro no escatima medios para adquirir y atesorar esa riqueza, y lo hace incluso a costa de los que le ayudan a conseguirlas, un empresario avaro antepondrá los beneficios (propios) al bienestar de los empleados sin dudarlo, si tiene que recortar el salario a sus empleados para compensar un descenso en la facturación, lo hará. Un empresario ambicioso, puede que actúe de igual forma, pero si es un poco inteligente verá que por ese camino no llegará a su destino.
La avaricia nunca es una virtud, la ambición puede serlo si no es desmedida (momento en el que entraríamos ya en el terreno de la avaricia).
Sin embargo el avaro si que escatima en medios para sus empleados siempre que le parezcan gastos supérfluos, – “para que quieres un ordenador nuevo si ya tienes ese que te compré hace cinco años”,” Para que quieres una furgoneta de reparto nueva si una usada cuesta menos de la mitad y las cosas caben igual dentro, ¿para que quieres el airbag?”
Eso compromete a la empresa, ya que hace que los trabajadores trabajen en peores condiciones.
Lo peor es cuando la avaricia se manifiesta en forma de recortes con cualquier excusa, la crisis es muy buena excusa para los avaros.
“Estamos en crisis, os tengo que pagar menos, (para poder seguir ganando yo lo mismo), tenemos que arrimar el hombro en momentos de dificultad”
“Podéis seguir usando la cafetera, pero el café lo tenéis que comprar vostros, la empresa no se puede permitir ese gasto”
En definitiva la avaricia conduce a crear un mal ambiente de trabajo. La ambición en cambio, puede ser un aliciente, si se ponen los medios y se actúa implicando a todos realmente, contagiando esa ambición a los empleados, haciéndolos partícipes del bien común, a la manera de que, lo que es bueno para la empresa es bueno para tí. Si la empresa gana, tu ganas.
En Pymes y Autónomos | Errores del empresario: la soberbia
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