A pesar de que es una tendencia que se atisbaba desde hace unos años, con la llegada de la crisis económica y las dificultades en cuanto a la reactivación que presenta la economía española, manifestada por una caída de la renta disponible y por los cambios en el patrón de consumo de los consumidores, los productos más selectos de nuestro sector hortofrutícola se destinan a la exportación en lugar de a satisfacer la demanda nacional.
Este cambio de tendencia se ha producido como consecuencia de un doble efecto, el ya comentado, y también el aumento de la demanda de los países emergentes, que están experimentando un crecimiento exponencial de la renta disponible lo que les lleva a experimentar otros gustos, y también de los países europeos, que a pesar de las dificultades están resistiendo mejor el temporal.
En un primer momento este cambio de tendencia ha sido interpretado como positivo para el sector, escapando a la menor demanda interna, salvando el tipo con un consumidor foráneo con ganas de comprar. Pero que teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, y me refiero a los acuerdos agrícolas que ha alcanzado la Unión Europea con el gobierno marroquí, no lo será tanto. Derivando en que con la entrada de estos productos en el mercado europeo, sin lugar a dudas, serán mucho más competitivos en lo que a precio se refiere que los españoles, lo que desinflará la demanda exterior al tener que competir en un nuevo escenario mucho más incómodo.
Teniendo en cuenta lo anterior, lo único que le queda al sector hortofrutícola español es la mantención de los estándares de calidad y servicio, siendo la única forma de mantener su posición predominante en el mercado europeo, que dadas las circunstancias ha posicionado al precio como una variable de márketing más privilegiada ante cualquier otra.
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