A pesar de que la morosidad en el conjunto de la economía sigue aumentando por el deterioro de nuestro cuadro macroeconómico y la incertidumbre económica, los impagos de clientes se están estabilizando, o al menos así lo confirman las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), que acaba de confirmar con datos al cierre de mayo que el porcentaje de impagados sobre vencidos se situó en el 3,7% de la financiación total, experientando un descenso del 16,1% en el último año.
Si buscamos las razones justificativas de esta evolución, más que situarlas en una mejora de la solvencia y de la liquidez, las encontramos en un fuerte cambio del patrón de consumo de los consumidores españoles, que ya no recurren tanto al crédito como hace tan solo unos años, al menos para las cuestiones más superfluas.
Dentro de este cambio me llama mucho la atención el hecho de que antes de la crisis las empresas de distribución y del gran consumo potenciaban las ventas a toda costa, aunque estas supusiesen un apalancamiento excesivo de sus clientes, dando viabilidad a operaciones que ni de lejos debería de haber sido aprobadas.
Seguramente estas empresas hayan aprendido la lección, habiendo afinado su análisis de riesgos, y comprendido que es mejor no vender a ciertos clientes si las posibilidades de recuperar el importe de la venta son muy limitadas, y en vez de contribuir a nuestra cuenta de resultados, la dilapidan.
En Pymes y Autónomos | Invertir en bodegas de vino, ¿moda o vocación tardía? Imagen | lablasco