La crisis económica nos ha adentrado en un nuevo modelo de producción y de relaciones laborales en la empresa, dando lugar a proyectos mucho más fugaces y a cambios que se reproducen en el tiempo con una frecuencia mucho mayor que la que estábamos acostumbrados. Esta nuevas circunstancias han venido para quedarse, y equivocados están aquellos que siguen pensando que esta es una situación meramente coyuntural y que volveremos al marco relacional que precedió a la crisis, debiendo apostar por otro más cercano al autoempleo.
Algunos de los cambios a los que nos arrastra la nueva situación son por ejemplo a unos proyectos empresariales más efímeros que necesitan de recursos durante un ciclo de tiempo más corto, y que muchos empresarios tienen que desechar porque no saben cómo disponer de recursos con una fecha de caducidad tan cercana.
Esta inoperancia es fruto de un modelo de relaciones laborales que sobreprotege la estabilidad del empleo, otorgando muy poca flexibilidad a las empresas para incrementar o reducir su plantilla para atender distintos volúmenes de producción. Por tanto, una posible solución a este problema sería promover un nuevo marco de relaciones laborales, que permita flexibilizar los recursos disponibles para poder optar a proyectos y volúmenes de trabajo diversos, de tal manera que la legislación laboral debe inclinarse hacia flexibilidades de este tipo, en el que las empresas puedan contratar personal por un número de horas determinado o períodos de tiempo cortos si así lo necesitan.
Estas nuevas circunstancias suponen importantes cambios en el marco de relaciones laborales concebido hasta ahora, y en el que tanto empleadores y trabajadores deberán adaptarse si queremos rentabilizar gran parte de los proyectos que se están gestando en la actualidad, proyectos que necesitan desprenderse de infraestructuras fijas y de la inflexibilidad laboral.
En Pymes y Autónomos | La flexibilidad laboral, ojalá fuera cierta
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