Con la crisis económica se ha puesto muy de moda la innovación y todas aquellas acciones que repercutan en un aumento de la productividad, la eficacia y la eficiencia. Por tanto, se ha escrito mucho sobre la necesidad de innovar y aprender a hacer cosas nuevas con el objetivo de poder redireccionar el timón del barco empresarial con un destino incierto como consecuencia de la coyuntura económica.
Uno de los pasos en caminados hacia este logro es contar con trabajadores, mandos intermedios y directivos con una actitud disruptiva, que marquen nuevas líneas en la organización con un punto de vista diferente. Pero a pesar de su evidencia, son muchos los que a la hora de la verdad prefieren ser más clásicos al buscar un perfil más conservador, echando por tierra la posibilidad de introducir cambios en la organización, quedando todas las pretensiones en agua de borrajas.
Bien es cierto que en épocas de crisis nos volvemos un poco más recelosos a la hora de introducir cambios, por los riesgos que comportan determinadas decisiones, pero también es verdad que si lo pensamos fríamente, siempre hay algún motivo para no intentar cambiar nada.
Finalmente, a pesar de los riesgos a los que inducen los cambios, estos son necesarios si realmente queremos conseguir un resultado distinto. Nadie nos garantiza el éxito en un cambio, hay muchos que fracasan, pero es de cajón que no conseguiremos resultados distintos si seguimos trabajando del mismo modo.
En Pymes y Autónomos | Los nuevos proyectos son socialmente recelosos Imagen | eusoufamecos