En el mundo de la empresa, así como en la vida cotidiana, cuesta mucho conseguir la credibilidad y el respeto de quienes nos rodean, una carrera basada en hechos y que únicamente se consigue con la constancia, el tesón, y el equilibrio personal.
Un camino que no es sencillo, que a veces entraña dificultades, pero que a la larga, nos logra posicionar en el sitio que nos merecemos. Al mismo tiempo, una vez que se alcanza una cierta reputación, resulta muy fácil perderla, llevándonos a perder
todos o muchos de los escalones que hemos ido escalando a lo largo de los años.
En muchos casos la empresa, e incluso la propia sociedad, tacha a estos individuos al haber decepcionado con su comportamiento, lastrando a estos para el resto de su carrera profesional.
Un presagio que se cumple en muchos casos, y lo curioso no es porque sea un imposible, sino porque los individuos a los que afecta asumen un nuevo papel que les autolimita.
Restablecer la situación cuando perdemos nuestra credibilidad, requiere un gran esfuerzo personal, lo que pasa por tener la humildad necesaria para reconocer nuestro error, armarnos del valor para establecer un plan de acción, llevarlo a cabo, y ser consecuentes con las promesas que establezcamos, porque al cometer un nuevo error, sería muy difícil lograr una tercera oportunidad.
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