Desde que Hombres G cantaran la canción de Sufre Mamón, hay un grupo en la sociedad que no supera las rupturas en las relaciones. Si, relaciones bien de pareja, de amistad o empresariales. Sufre mamón es un tema a caballo temporal entre la generación X e Y. Para los chicos de la X, no ha tenido consecuencias severas, pero para algunos de la Y o posterior ha sido una carga genética difícil de soportar.
Este fin de semana he tenido el honor y privilegio de asistir en primera persona a todo un alarde de valentía y estupidez humana por igual, de tal forma que unos pocos segundos de resentimiento profundo, sentirte un incomprendido laboral y clamarlo a los cuatro vientos a micro abierto contra los miembros de una empresa, puede generar que te presiones los testículos con la tapa del piano durante mucho tiempo. No vamos a entrar en más detalles de este suceso digno de mención en las mejores tragedías griegas y a buenos entendedores, pocas palabras bastan, pero si podemos sacar una serie de reflexiones sobre los problemas internos y su trascendencia más allá de la propia empresa, cuando se producen rupturas sentimentales insalvables para algunos extrabajadores. Ninguna empresa es un bálsamo de aceite y a la hora de la gestión, aparecen roces. Estos roces, se pueden limar o generan la salida de alguno de sus miembros. Cuando esto ocurre, las salidas honrosas son la mejor solución para todos, más aún si el difunto saliente ha cometido errores de tal envergadura que hubiera merecido el escarnio público. Si por algún casual te encuentras algún día en esta situación, sé imparcial antes de coger un micro, quizá te des cuenta que tienes "bastante culpa en este despido".
La segunda regla es aquella que relaciona la incapacidad laboral con la centralización y creación del universo. Los trabajadores endiosados, aquellos que la soberbia pesa mucho más que su buen hacer relaciona de manera directamente exponencial su incapacidad con el tamaño de sus errores. La soberbia es uno de ellos y eso no tiene solución.
La venganza tiene que ser efectiva. Y es mucho más efectiva cuanto más daño hace. No se hace daño si tu no eres el protagonista, sólo generas risas y unos segundos de gloria se vuelven en cómicos al estilo de Chiquito de la Calzada. No basta con soltar unas perlas decoradas para garantizar que tienes razón o que te sientes maltratado por el mundo empresarial cruel. Si es así, demuéstralo con hechos y no con palabras. Y nota, un hecho no es apuntarse medallas ajenas, al igual que no gana la liga el utillero de un equipo de fútbol; la ganan los que meten goles.
En definitiva, no superar el resentimiente te hace vivir en un estado malvado, cruel, que martillea el corazón y los celos se acrecentan, pero recordemos que todos pueden sufrír, tanto el que se lleva a la chica como el que se queda sin ella. Sufre mamón cantaba Hombres G
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