Llegar al trabajo e irse a la máquina de café ni siquiera antes de encender el ordenador. Ponerse a leer los correos acumulados durante las vacaciones, la mayoría de ellos poco o nada importantes y perder el tiempo en hacer vida social en la empresa. Y es que con la vuelta de vacaciones regresan los malos hábitos al trabajo.
A veces no somos conscientes. Porque son pequeñas cosas que hacemos sin ni siquiera darnos cuenta. Llegamos y vamos a por el café, en lugar de llegar encender el ordenador e ir a por el café. Luego nos quejamos de que tarda mucho en arrancar, pero es algo que podríamos paliar con un cambio de rutina al entrar a trabajar.
Identificar los malos hábitos que te hacen perder tiempo
Lo mismo podríamos decir de algunas costumbres que tenemos. Por ejemplo el miedo que tienen muchas personas a no tener todos los correos leídos y acaban perdiendo gran parte de la mañana en una lectura que no es tan importante como pueda parecer. No digo que no haya que leer el correo, pero si que no debemos hacerlo nada más entrar al trabajo, justo en las horas donde más frescos estamos y somos más productivos.
Lo mismo podríamos decir de las interrupciones que nosotros mismos nos generamos muchas veces con las notificaciones en el escritorio del ordenador o nuestro teléfono personal, que parece que todo lo que nos llega tiene que ser tan urgente como para dejar lo que estamos haciendo y consultarlo. Ni que decir tiene que tener WhatsApp en el navegador supone un problema añadido.
No planificar es otro de los errores habituales. Se improvisa y se acaban haciendo las tareas según llegan, sin ningún tipo de orden ni asignado prioridades. Lo más urgente parece ser siempre lo último que ha llegado. No hay que convertirse en un obseso de la planificación, pero si evitar vivir en el constante estrés que supone dejar todo lo que tenemos para ocuparnos de lo último que ha llegado.
Lo contrario sería utilizar la procrastinación, otro de los viejos compañeros de trabajo. Dejar las tareas para mañana, sobre todo aquellas que son menos agradables o más complicadas, haciendo que queden postergadas hasta que directamente acaban por explotarnos en la cara.
No es fácil desprenderse de estos malos hábitos. Al fin y al cabo pertenecen a nuestra rutina habitual. Lo ideal es identificar uno de ellos y trabajar, volcar nuestro esfuerzo en eliminarlo. Esto requiere un tiempo, ya que para eliminar una rutina de este tipo tenemos que incorporar otra forma de hacer la cosas hasta que sea parte de nuestro día a día. Una vez logrado, podemos tratar de identificar otro.
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