Tengo por costumbre, siempre que el tiempo y el dinero me lo permiten, ir a desayunar a una chocolatería tradicional de mi ciudad. Es un ejemplo de cómo la empresa que rechaza la tecnología. Para poneros en situación os comentaré que el local tiene unas treinta mesas y por lo general las atienden dos camareros que llevan años en este establecimiento.
Son muy profesionales, saben a simple vista quien ha llegado primero y son capaces de recoger la comanda de ocho personas que piden cosas distintas de memoria sin necesidad de apuntar nada. Lo más tecnológico que tienen en el local es la caja registradora. Tal vez eso sea parte de su encanto, pero lo cierto es que con una pequeña ayuda tecnológica podrían servir más mesas en menos tiempo, porque mejoraría la eficacia de la forma de trabajar.
Y este es el problema fundamental. La empresa rechaza la tecnología porque significa un cambio en la forma de trabajar que tienen. Es esta curva de aprendizaje, necesaria siempre que se realiza algún cambio, la que no están dispuestos a asumir. Pero lo cierto es que también la sufren.
Porque en el momento en que no están los camareros habituales se suplen con el personal que está preparando pedidos, y se resiente el servicio. Y se pierde productividad y clientes, puesto que muchos no están dispuestos a asumir el tiempo de espera adicional. La ventaja que tienen es que sus productos son buenos y a buen precio, por eso a mucha gente que son clientes no les importa esperar un poco más.
Un simple comandero les sería de gran ayuda. Un dispositivo que les permitiera tomar nota del pedido y se enviara a una impresora en la cocina, donde directamente se empieza a preparar la nota. De esta manera he visto como el número de mesas que podía atender un mismo camarero era mucho mayor, a la vez se reducían los tiempos de espera y se mejoraba el servicio.
Para mi es un claro ejemplo de la cultura del si funciona no lo toques, que mantiene el local funcionando de la misma forma que podría hacerlo en el siglo XIX. Con la ayuda de un poco de tecnología podrían trabajar mejor y no depender tanto del factor humano.
En Tecnología Pyme | Los siete pecados capitales de las pymes con la tecnología