El día a día del freelance es preguntarse: ¿Para quién trabajo hoy? ¿Qué proyectos tienen prioridad? ¿Cómo me las voy a arreglar para cumplir con todas las tareas? Es una sensación extraña porque al final, por muy organizado que seas, los temas, los problemas, las alegrías y las conversaciones acaban saturando tu cerebro, y en ocasiones mezclándose.
En ocasiones, ese jefe o esa persona que te ha pedido un encargo olvida que no es el único amor laboral de tu vida, que sí, que lo tienes en tu corazoncito pero debes hacerle entender que necesitas dedicar tiempo a otros igual de importantes que él.
1.Eres importante para tu(s) jefes
Un freelance a veces es más valioso que ese trabajador que lleva un lustro en la empresa y que no sale de su zona de confort. Mientras que el freelance se afana por cumplir con los proyectos encargados, esa confianza del empleado que ves todos los días, permite que su productividad baje sin que el superior lo perciba. Como freelance, es una manera de sentir que tu trabajo importa y es valioso.
2.Deja claro que tienes más jefes/clientes
Este punto es fundamental para no llegar a la locura. El tiempo es oro. Los jefes/clientes son personas maravillosas, pero no son tus amigos ni los únicos que forman parte de tu entorno.
La cortesía, la educación, la amistad, incluso, puede nacer pero han de ser conscientes de que te debes a otras empresas y a más trabajos. No es algo personal, simplemente careces de más horas para dedicarles.
3. Organización, organización y más organización
Imponte un horario, y procura cumplirlo. Estás en casa pero eso no es obstáculo para que dejes la disciplina a un lado, sobre todo si tienes varios frentes abiertos. Comienza por lo urgente y sobre todo, como ya hemos comentado en varias ocasiones, deja a un lado la bandeja de correos electrónicos. Harán que pierdas minutos que valen su peso en trabajo.
4. Respeta tu trabajo y haz que tus jefes también lo hagan
No regales tu trabajo. Huye del síndrome de la confianza o colegueo que pueda llegar a surgir con un jefe. Todos somos buenas personas, hasta que surge el tema económico, porque hemos de pagar facturas y si tratan de regatear y tú dices sí por no perder un trabajo, te estás faltando el respeto y al resto de compañeros de profesión. Dialoga que con el cliente/jefe de turno para que le quede claro que no trabajas por amor al arte.
5. Deja claro a tus jefes que no vives en una serie de televisión
Hay un halo alrededor del freelance que es erróneo. A veces, esa idea romántica de ser tu propio jefe es la que más extendida está pero, ¿y los imprevistos? ¿no contar con un colchón porque un cliente no ha pagado cuando debía?
Hay que hacerse respetar no sólo en cuanto a horarios se refiere, ¿qué es eso de llamarte un fin de semana o de noche si no es urgente? Dejar las cosas claras con exquisita educación borrará de un plumazo esa idea de que te pasas el día en pijama y viendo series de Netflix.
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