Si algo se le puede reprochar a alguien que suma el liderazgo de un equipo es que no sea capaz de motivar a los integrantes del equipo. De hecho, muchos "líderes" actúan dejando hacer y solo intervienen cuando hay algo que corregir, momento en los que surgen los reproches.
Si bien esa actitud puede considerarse admisible, a la larga resulta poco productiva y acaba por generar un sentimiento de distanciamiento en los miembros que componen el equipo de trabajo respecto al responsable de asumir la autoridad el grupo.
Es más efectivo y produce más engagement, compromiso entre los miembros del grupo que se les valore no sólo los resultados,si no también los esfuerzos invertidos. Si a apesar del esfuerzo no se alcanzan los resultados esperados, un buen líder, debe impedir que el desánimo abata al equipo.
Otro modo para motivar al equipo es la capacidad para delegar y, me atrevo a decir, que esta es la capacidad más difícil de adquirir. Aquel que es capaz de delegar funciones de cierta responsabilidad está transmitiendo confianza en los miembros de su equipo.
Cuando se trabaja en grupo es necesario crear un buen clima para que los resultados sean los esperados. Por ello el responsable del equipo debe fomentar el compañerismo, basado en el principio de la ayuda mutua.
Por último, un empleado necesita saber que tiene a su jefe dispuesto y disponible para ayudarle en cualquier problema que le surja. Si se enfrenta a un jefe autoritario o, por el contrario, despreocupado, se generarán barreras que influirán en su rendimiento y contagiará al resto del equipo.
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