Tras 42 años trabajando en la misma empresa por el salario mínimo, llega la esperada jubilación para John Bartlett... No obstante, más que dorada, para él empezó agridulce.
El reconocimiento de la empresa por tantos años de servicio fue un certificado y una barbacoa... Sí, has leído bien, después de más de cuarenta años dedicados a apoyar y generar riqueza en la misma empresa, ni bono, ni un verdadero reconocimiento. Por suerte, esta historia tiene final feliz.
John Bartlett, y su barbacoa
¿Cómo valoramos la lealtad y el esfuerzo en el mundo laboral? En un entorno cada vez más exigente y competitivo, ¿existe realmente un pago adecuado para el esfuerzo dedicado? ¿Qué dice este ejemplo sobre la cultura empresarial y la desconexión entre las empresas y sus equipos?
El entorno empresarial suele fantasear con aquellos años en los que los empleados se comprometían de verdad con sus trabajos, pero quizá olvidan el hecho de que las empresas también lo hacían con sus trabajadores. Una enseñanza notablemente importante en España, donde el compromiso laboral está en mínimos.
John Bartlett fue un empleado modelo. Un trabajador que mantuvo el mismo puesto de trabajo durante más de cuatro décadas. Se levantaba, hacia su trayecto de 40 minutos en transporte público hasta la empresa, y allí cumplía día a día con su ocupación en el sector logístico. Los compañeros, no tenían más que palabras bonitas y de agradecimiento sobre él.
Bartlett, soltero, y cuya única familia es un sobrino, es el perfil del empleado casado con su trabajo (repito, por el salario mínimo). Incluso cuando se le obligó a jubilarse, John, quien no quería hacerlo, aceptó el triste gesto de despedida: una placa conmemorativa y una barbacoa no especialmente costosa. Y solo agregó, con humildad: “Toda mi vida he hecho mi trabajo lo mejor posible porque creía que era lo correcto”.
5.434 donativos después
Los compañeros de John, indignados, denunciaron en redes sociales este trato injusto y abrieron una campaña de GoFundMe, una plataforma de crowdfunding centrada en iniciativas altruistas o de caridad.
En pocos días, la noticia corrió como la pólvora, llegando a todos los rincones del mundo y generando muchísimo movimiento. No tardó en alcanzarse la meta que Sonia, la compañera que empezó la campaña, había puesto ($28.000) y se permitió ampliar hasta la suma final, que alcanzó la friolera de 119.822 dólares; en gran parte gracias a las donaciones de la comunidad australiana, que representan más de una cuarta parte del total.
Frente a la dejadez de la empresa a la que John dedicó su vida, Bartlett ha podido sentir también la empatía de miles de personas de todo el mundo, que acompañaron los donativos con mensajes de esperanza y admiración por el recién jubilado.
Por 20 años, una taza y una bolsa de caramelos
Por desgracia, esto no es algo extraño. El cocinero y cajero Kevin Ford, de un Burger King de Las Vegas, recibió una bolsa de caramelos y una taza de café... y poco más por más de veinte años de empleo sin cogerse ni un solo día por enfermedad.
El empleado enseñó en Tiktok su bolsa, con un visible gesto de agradecimiento, pero fue su hija, quien creó una pequeña campaña para que su padre pudiera visitar a los nietos, ya que . Eso sí, , no esperaba que de los 200 dólares que pedía se reuniesen más de 400.000.
Ambos casos reflejan cómo la desigualdad y la precariedad laboral se acompañan de una falta total de incentivos, las dificultades para el ahorro e incluso el reconocimiento. La cultura empresarial (sea una multinacional, o una empresa más pequeña), en ningún momento, ha ofrecido beneficios tangibles ni una correcta filosofía para cuidar de sus empleados.
El caso de John Bartlett, igual que el de Kevin, refleja cómo el reconocimiento a menudo llega de los lugares más insospechados, como una campaña en Internet, pero también de la solidaridad de los propios compañeros o de la familia. En cualquier caso, estas situaciones son todavía más impactantes en contextos como el estadounidense, donde las jubilaciones no siempre resultan proporcionales al esfuerzo invertido.
En conclusión, uno no puede sentirse mal por alguien como John Bartlett, quien está pudiendo disfrutar de una merecida jubilación y una recompensa de miles de dólares extra por una vida de trabajo, sino por todos aquellos cuyas campañas de GoFundMe no se volverán virales...
Si tenemos que depender de la solidaridad, ¿qué dice eso de las empresas para las que trabajamos? El propio Henry Ford (y la elección no es baladí), dijo: "Llegar juntos es el principio; mantenerse juntos es el progreso; trabajar juntos es el éxito." No está muy claro si esa idea se mantiene en el ámbito empresarial...