Desde hace unos años, las pymes están experimentando cambios profundos en sus estructuras. Hasta hace poco más de una década, la presencia en Internet no era sino un valor añadido a la que poca gente daba importancia. En la actualidad, no tener presencia en las redes sociales significa, prácticamente, no existir como empresa.
El futuro empresarial seguirá teniendo a las nuevas tecnologías como las protagonistas del cambio y las impulsoras de la competitividad empresarial. Serán las quienes lleven el cambio adelante, y no solo para darse a conocer, sino desde todos los ámbitos de la pyme, como el de la financiación. Pero son muchos los retos pendientes de la empresa española.
En primer lugar, la internacionalización. Las pymes españolas tienen que abrirse a nuevos mercados con el objetivo de evitar convertirse en vulnerables en épocas de crisis. Internet es el medio adecuado para conseguirlo, pero también les hace vulnerables a posibles ciberataques. Garantizar la seguridad será un reto del futuro de las pymes españolas, de las menos preparadas.
En segundo lugar, el trabajo flexible. En una época en la que la ausencia de horarios y el teletrabajo se han convertido en dos características muy habituales de muchos trabajos, la pyme tendrá que saber adaptarse a estas nuevas circunstancias si no quiere perder talento. Además, supone un ahorro en costes, ya que no tiene que construir oficinas propias ni invertir en equipamiento informático.
Por último, la responsabilidad social corporativa. Cada vez son más los consumidores que descartan consumir en empresas que no tengan una estrategia clara de RSC, apuesten por productos responsables y que sean responsables en el trato con sus empleados.
En definitiva, los desafíos de la pyme en 2016 serán los mismos que en 2015 y, muy posiblemente, serán similares a los de 2017.
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