Ayer hacía mención del documento enviado por la CEOE al presidente del Gobierno para comunicarles las propuestas de los empresarios para recuperar la confianza. El documento en cuestión, presta especial atención al gasto público y su racionalización y hace especial hincapié al tratamiento de los funcionarios.
Para éstos proponen entre otras medidas prescindir de los empleados menos productivos y discriminar el recorte en función de la productividad de los servicios públicos producidos. A lo anterior añade la posibilidad de que el sector privado pueda colaborar en la prestación de determinados servicios, como es el tratamiento de aguas, tratamiento de residuos, transporte o la gestión o explotación de centros sanitarios.
Estas reclamaciones personalmente me sorprende, en Madrid, por ejemplo, al Canal de Isabel II le queda bien poco para que comience su privatización, el tratamiento de residuos, desde hace años se gestiona por parte de empresas privadas y los centros sanitarios se gestionan por entidades también privadas. Con los recursos con los que cuenta la organización (CEOE)podrían intentar ser más creativos.
Lo llamativo, es que algo tan importante como el impulso de la administración electrónica, que ayudaría inmensamente a mejorar la productividad del funcionariado, a hacerlo más eficiente al necesitar menos recursos y que permitiría reducir la burocracia, no le presta la menor atención. Parece como si este cambio no fuera a producir efectos positivos en la generación de empleo o en la creación de nuevas empresas para llevar a efecto esta migración.
Que a día de hoy, el DNI electrónico o la firma electrónica sirvan para poco más que liquidar nuestros impuestos con Hacienda, es un balance muy pobre, porque a nivel operativo, poco que más que para la realización de consultas se pueden hacer, porque gestiones, no demasiadas. La necesidad de incorporar la administración electrónica es imperativo, sobre todo, si tenemos en cuenta ejemplos como nuestro sistema judicial (y a día de hoy, desde mi punto de vista, es el mayor problema de España con notable diferencia, por su inoperancia y por su repercusión sobre la propia sociedad), tiene notables problemas por mantener procedimientos de trabajo atávicos, más propios del siglo XIX que del siglo XXI. O cuando nuestras gestiones cotidianas con las administraciones se resuelven del mismo modo del que relataba Mariano José de Larra en “Vuelva usted mañana”.
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