Hace unos días pedí una crema de aloe vera, las alergias de esta primavera están causando estragos incluso entre quienes no hemos sido alérgicos nunca. Llamó mi atención el nombre pero no ha sido hasta hoy cuando me he fijado en la letra más pequeña.
Clarisas de Tudela. Con planta cultivada en el Monasterio. Y aquí está el descubrimiento: las hermanas también apostaron hace unos años por la elaboración productos ecológicos y su venta.Tras conseguir los permisos necesarios, llevan desde 2012 ofreciendo sus cremas sanadoras y naturales por Internet.
Cremas divinas
Si la Iglesia se moderniza, tú no vas a ser menos. El motivo que empujó a estas monjas a vender sus cremas fue el económico. La crisis también hizo mella en su convento. Y durante un año trabajaron en acondicionar sus instalaciones para poder elaborar las cremas.
Antes, habían salido adelante con sus trabajos de bordado, pero al ver que no era suficiente, tuvieron que emprender.
Uno de los requisitos que debían cumplir las religiosas era contar con el aval de un biólogo, un químico o un farmacéutico que certificara la calidad de su producto.Y lo consiguieron.
Cuando querer es poder
El escenario no parecía el ideal. Religiosas de clausura, han de mantener contacto con el exterior si quieren llevar a cabo una aventura de este tipo.
Emprender no es sencillo, y ellas son el ejemplo de que tras años de aprendizaje, de ponerse al día, y de adquirir una serie de nociones para poder vender sus productos según dicta la ley, ya tienen un nicho en el mercado.
Se trata de un producto artesanal, desde el inicio hasta el final de su elaboración. Comenzaron vendiendo en el Monasterio para terminar en las páginas más conocidas donde encuentran productos al mejor precio en farmacias.
Anécdota
A modo de anécdota contar que las cajas antes tenían la imagen de Santa Clara y ahora tras unos tonos verdes se divisa el convento sin que se pueda apreciar al 100%. Por lo tanto, es un producto apto para creyentes o no.
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