A veces la solución para montar un negocio pasa por un traspaso. Es una buena alternativa porque en muchas ocasiones ya tenemos el local reformado, con todos los permisos listos para empezar a ejercer la actividad. Pero a menudo también el local. Pero cuando asumimos un traspaso, ¿qué pasa con los clientes?
Aquí pueden darse dos circunstancias, que el negocio que vamos a montar continúa con el mismo tipo de actividad que el precedente o que sea totalmente diferente. En el primer caso si no se ha producido un parón de la actividad, es decir, que se asume el traspaso tras unos meses de cierre, los clientes siguen acudiendo al local.
Pero esto no es un cheque en blanco. Muchos de ellos se irán, simplemente porque el otro negocio manejaba un conocimiento de los gustos del cliente que nosotros no tenemos. Es imprescindible cuidar y mimar a estos clientes desde el primer día. Son la base que nos permitirá mantener nuestro negocio a flote mientras ampliamos y captamos nuevos clientes.
A este tipo de cliente no suelen gustarle los cambios. Es necesario hacerlos de forma progresiva de manera que resulten casi imperceptibles. Es cierto que puede haber algunos procesos o mecanismos que resulten ineficientes y una vez detectados tenemos que cambiarlos.
En el segundo de los casos si asumimos que nuestra actividad es totalmente diferente estos clientes no serán claves. El traspaso no facilita el acceso al local, infraestructura y una licencia de actividad lista para empezar a operar. No quita que tengamos que hacer alguna pequeña reforma u obras para adecuar el local a nuestra actividad.
Es posible que los antiguos clientes acudan en algún momento, sobre todo por curiosidad. En estos casos no es tan importante que el local mantenga la continuidad, nos dará igual si ha estado dos o tres meses cerrado. Nuestra actividad no dependerá de ellos y tenemos que tener una política de captación presente para mantener el local.
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