La realidad para las empresas de nueva creación es muy dura. Son muchas las que lo intentan, inician su camino con mucha ilusión, pero pasados cuatro años desde su puesta en marcha muy pocas quedan en pie. Y es que muchos negocios fracasan por exceso de optimismo.
Las ganas de que todo salga bien nos pueden. Por eso en ocasiones los negocios se ponen en marcha con una financiación insuficiente. Y claro a poco que no comiencen a generar ingresos desde el primer día, no tienen capacidad para aguantar el tiempo suficiente como para lograr esta solvencia.
El plan de negocios de ciencia ficción
Esto suele ser resultado de un plan de negocio irreal. Y aquí ya no se trata de ser optimistas, sino de elaborarlo para el peor de los escenarios posibles. Los gastos siempre son mucho más altos de los que hemos estimado en nuestro plan inicial y los ingresos, lamentablemente, suelen ser mucho más bajos.
En parte esta falta de ingresos es la que acaba lastrando el futuro. No se analiza a la competencia, pero nos creemos mejores que ellos. El problema es que muchas veces el cliente no lo percibe de la misma manera. Y nosotros somos los chicos nuevos en la ciudad, tenemos que demostrar por qué somos mejores.
No sabemos explicar por qué somos mejores y por qué deben elegirnos los clientes
No basta con una buena idea o un buen producto. Hay que ofrecer realmente una propuesta de valor para el cliente, darle algo que realmente sea atractivo para él o que necesite. Y si es posible que nos distinga de la competencia, que marque la diferencia entre comprar con nosotros y el resto.
Y la cuestión es que si no hay clientes ni un plan para atraerlos nuestra empresa no durará mucho. No podemos depender del boca a boca, de esperar un golpe de suerte o que alguien con miles de seguidores un día decida recomendarnos.
Y lo peor de todo es que con el paso del tiempo y a medida que se acumulan las horas extras dedicadas a nuestro negocio, viendo además que las cosas no salen como teníamos previsto, se pierde la ilusión y echar el cierre parece cada vez más una realidad a corto plazo.
Imagen | BenediktGeyer