Cuando una startup comienza su actividad el principal reto al que se presenta es cómo conseguir clientes, cuando ya los consigue el reto es cómo mantenerlos.
Tanto en un caso como en otro la respuesta para conseguir alcanzar nuestras metas es conseguir que la empresa sea competitiva, para lo que hay que tener bien claro cómo conseguirlo.
Lo primero para conseguir ser competitivo es clarificar los objetivos, las metas y aquello que se denomina cultura empresarial. Un error en el que se suele caer es olvidar cuáles son nuestros objetivos o peor aún, modificarlos sin razón aparente.
Ocupar espacios temporales en la vida de nuestros clientes, es decir, tener visibilidad. Hoy por hoy esto se consigue teniendo presencia en Internet y las redes sociales es hoy en día un requisito fundamental para cualquier empresa. Una web optimizada, es decir, responsive y adecuada a nuestras necesidades comerciales y un perfil en las redes sociales más importantes y, por supuesto, actualizados, son imprescindibles.
Distinguirnos de nuestros competidores, es decir, encontrar elementos diferenciadores que permitan que los clientes se decanten por nosotros en lugar de por otras opciones alternativas y, aún más imortante, ser capaces de mantenerlos en el tiempo.
Ser buenos comunicadores, amabilidad, simpatía y empatía es lo que se necesita para tratar con los clientes, en el momento que alguno de estos elementos falte, nuestros clientes se decantarán por el competidor que mejor se adecúe a sus requerimientos.
Estos valores en los primeros pasos de la compañía se cuidan con celo, sin embargo, a medida que la empresa crece y se afianza los valores se relajan y con ellos, la satisfacción y el compromiso de nuestros clientes.
Imagen | Mark Hunter En Pymes y Autónomos | La clave del éxito: tráfico, conversión y recomendación, Estrategias para diferenciarse de la competencia