Empresas y empleo son vasos comunicantes. En esta crisis se ha puesto el acento principal en proteger el empleo, evitar despidos masivos, con un análisis que se pensaba como un paréntesis en nuestra economía. Bien, ahora estamos seguros de que será mucho más que un paréntesis, por eso creo que tras salvar el empleo es hora de plantearse salvar a las empresas.
Porque una vez que se retome la actividad y muchas vean como sus ingresos se han reducido en gran medida y los gastos para poder volver a levantar la persiana han aumentado fruto de las nuevas exigencias sanitarias, el cierre de la empresa está en el horizonte. Y adiós al empleo que se había protegido.
Por eso es necesario un plan de futuro a corto plazo en muchos sectores, especialmente en todo lo que depende de turismo, en hostelería, pequeño comercio, etc. Es hora de pensar cómo podemos hacer que estas empresas mantengan su empleo y a la vez puedan afrontar los próximos dos años sin que tengan que cerrar.
No es algo fácil, pero existen fórmulas para ello. Y dinero parece que vamos a tener ya sea como préstamo de la Unión Europea o generando más deuda. Creo que una vez se concrete como será esta financiación y las condiciones que se tendrán que cumplir para acceder a ella tendremos que poner en marcha el plan de ayuda a las empresas.
Porque está claro que lo que tienen hasta ahora no bastará. Y muchas no podrán esperar, hay que tenerlo preparado a la espera de concretar cifras. ¿Podrán mantener el empleo si tienen la mitad de los ingresos? ¿Podrán mantener a los trabajadores incluidos en el ERTE seis meses con estos ingresos? Muchos ya saben la respuesta.
Por eso creo que hay que arbitrar fórmulas que permitan que las empresas no tengan que ir a concurso de acreedores y acabar cerradas porque no pueden pagar, porque tienen que devolver ayudas al no poder mantener el empleo, etc. Y así también lograremos que la salida de la crisis sea mucho más rápida.
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