La crisis está afectando a todos los sectores de nuestra economía, y el turismo es uno de ellos, ya que el repliegue del consumo, sobre todo el de los viajeros nacionales, está menguando su facturación y también la solidez de los negocios.
En este contexto la empresa gestora de los Paradores nacionales de turismo, Segipsa (Sociedad Estatal de Gestión Inmobiliaria de Patrimonio), no es una excepción, y ante la falta de liquidez, el deterioro de su actividad, y un fondo de maniobra negativo de 118,4 millones de euros, se ha visto forzada a vender su sede central, y cada vez son más los que apuestan por su disolución.
En mi opinión se está dando demasiada importancia a las ratios financieras para determinar el futuro de los Paradores nacionales de turismo, ya que los noventa y tres existentes en la actualidad revierten un gran número de externalidades positivas, de valor incalculable para el patrimonio nacional, como es el cuidado y el óptimo acondicionamiento de algunos de los monumentos más relevantes del país.
Por tanto, para decidir sobre su futuro se deberían contemplar otras muchas variables, de tal modo que evitemos quedarnos únicamente con la punta del iceberg. Porque es posible que 'saneando' su estructura paguemos una factura a futuro en términos de patrimonio turístico y de afluencia de turistas en los lugares donde se hallan.
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