Cuando se formó el actual Gobierno una de las medidas que tenían en su cartera económica era llevar el salario mínimo al 60% del salario medio al final de la legislatura. En este año ya se ha incrementado hasta situarlo en 950 euros brutos en 14 pagas. Eran los tiempos antes de la pandemia y ya a muchas empresas les iba justo. Por eso con los problemas que están pasando muchas compañías creo que no es el momento de subir el SMI a 1.000 euros.
He escuchado a representantes sindicales reclamar que el Gobierno cumpla con su promesa. Pero ni siquiera ellos mismos están convencidos de dar esta batalla. Es más quizás una forma de reclamar algo a lo que están dispuestos a renunciar, que ya tienen perdido, puesto que el objetivo se fijó en este 60% del salario medio siempre que las circunstancias económicas lo permitieran. Y está claro que en esta legislatura no lo va a permitir.
¿Entonces por qué insistir en esta cuestión? Más bien creo que es una táctica para poder tener más fuerza en negociaciones posteriores. La realidad es que la subida de primeros de año no fue ya bien acogida puesto que en 2019 el SMI ya había subido un 20%. Ahora con una recesión encima de la mesa lo raro es que volviera a subir en esta legislatura.
Porque además según las estadísticas la mayoría de los afectados por la subida del SMI, un 80% de los asalariados a los que les repercutiría directamente la medida trabajan en empresas de menos de 50 empleados. Son las pymes las que más sufrirían con una medida de este tipo y muchas de ellas no están para muchas alegrías.
Y esto por no hablar de lo que supondría para el empleo una medida de este tipo. Lo saben los sindicatos y también los empresarios. También muchos de los afectados por la subida prometida que no será, que en muchos casos están en ERTE y lo que simplemente desean es volver a trabajar, aunque sea por el salario mínimo.
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