Los fondos europeos que ayudarán a la reactivación de la economía están condicionados a cumplir una serie de metas y realizar reformas que ayuden a mejorar la competitividad de nuestra economía. Entre ellas, algunas de las más importantes afectan al mercado laboral. Hay que tocar cuestiones que llevan años negociándose y sin acuerdo, que tienen que ver con la modernización de la negociación colectiva, el establecimiento de un mecanismo permanente de flexibilidad interna, estabilidad en el empleo y la formación de los trabajadores. Y con la cantidad de empleo temporal que se genera, porque si no se acaba con la temporalidad, 12.000 millones de fondos europeos quedarán en el aire.
Y esto choca, al menos en parte, con los deseos de muchos empresarios de continuar con los contratos temporales. No es que se vayan a eliminar con la reforma que se quiere sacar adelante. Más bien se va a acotar tanto su uso, que en muchos casos no se podrán aplicar. La cuestión es si la propia administración se verá afectada por este mecanismo.
Porque una parte, importante, de esta temporalidad la genera la propia administración, con contratos temporales a veces muy precarios de sustitución en determinadas áreas como la sanidad, o con la subcontratación de servicios que se quedan como temporales, van pasando de empresa en empresa, subrogando contratos y en muchos casos empeorando condiciones laborales en lugar de consolidar un puesto de trabajo en el que se llevan bastantes años.
Los mecanismos permanentes de flexibilidad interna ya hemos oído hablar en otras ocasiones. Por una lado hablamos de ERTES como una herramienta más habitual para utilizar en las empresas de lo que ha sido hasta ahora. Y también de flexibilizar tiempo de trabajo, horas que se puedan realizar más como complementarias que como extras, tal y como ocurre en contratos a media jornada.
El objetivo es tener plantillas más estables, que ayuden a mejorar la competitividad de las empresas. Y para los trabajadores tener opción a un plan de vida, si no a largo plazo, al menos a medio, algo más que la siguiente semana y con un poco de suerte el siguiente mes, tal y como ocurre en muchos casos en la actualidad.
Seguirá habiendo sectores que necesitan trabajadores temporales, pero será la excepción no la norma tal y como se viene realizando actualmente. Y hay que buscar que se trabaje solo los meses de verano para pasar gran parte del año en desempleo.
Por último, un reto mayúsculo es el de la readaptación de los trabajadores, llevarlos a sectores que demandan empleo y mejorar sus posibilidades de lograr uno con la formación adecuada. La formación de desempleados en España ha sido históricamente un fracaso, sobre todo si miramos la cantidad de dinero invertida y los resultados obtenidos. Es imprescindible trazar itinerarios más personalizados y ofrecer una formación de calidad, en sectores con demanda de empleo que permitan tener un futuro a medio plazo.