El jueves pasado, el BCE anunciaba, a través de su presidente Mario Draghi, que reduciría el precio del dinero hasta el mínimo histórico del 0,05%, además de llevar a cabo una serie de medidas no convencionales para luchar contra la inflación, inundando de liquidez el mercado y fomentando el acceso el crédito para las pymes de toda Europa.
No es la primera vez que el BCE hace realiza un anuncio de esta envergadura. Ya en Junio, Draghi sacó toda la artillería para luchar contra la inflación, haciendo hincapié en que la obtención de liquidez por parte de las entidades financieras estaría condicionada a que éstas concedieran préstamos. Sin embargo, el exceso de liquidez no ha sido (ni será) la solución a la escasez de crédito, ni siquiera condicionando su concesión.
No en vano, toda esta liquidez puesta en circulación por parte de los principales Bancos Centrales del mundo (especialmente la Reserva Federal, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra) no se ha canalizado hacia la economía real en forma de créditos más baratos. Antes bien, el coste del crédito se ha ido incrementando a lo largo de estos años.
Y es que no nos encontramos ante una crisis de liquidez, sino de solvencia. Las entidades no conceden crédito porque no encuentran demanda solvente. Ante esta situación, la liquidez se va a otros productos de inversión, como los títulos de deuda pública, la Bolsa o las commodities.
El exceso de apalancamiento privado, aunque es cada vez menor, sigue siendo el gran lastre de la empresa española. Es necesario reducir la excesiva exposición al crédito bancario mediante otras formas de financiación que faciliten la adecuada capitalización de las sociedades españolas y permitan sanear, al mismo tiempo, las cuentas de las empresas.
De este modo, y no antes, el mecanismo de transmisión de la política monetaria podrá volver a funcionar, al tiempo que facilitará la permanencia de las empresas en épocas económicas y financieras complicadas.
En Pymes y Autónomos |
Imagen | Gonmi