Cuando hablamos financiación externa, rápidamente se nos vienen a la cabeza todas las formas de financiación otorgados por los bancos, desde el descuento de pagarés hasta los préstamos o líneas de créditos, pasando por servicios como el confirming o el factoring.
Y no es de extrañar que esto sea lo primero que se nos viene a la cabeza dado que, hasta fechas relativamente recientes, la financiación bancaria suponía el 80% del total de financiación externa de las pymes, dato que contrasta con el 30% de Estados Unidos o el 55% de Francia. Sin embargo, la crisis económica y financiera que con tanta virulencia estamos sufriendo ha hecho que se cierre temporalmente el grifo del crédito y las empresas tengan que buscar nuevas alternativas de financiación.
El tejido empresarial español está experimentando un cambio muy profundo, en especial en lo que a sus fuentes de financiación se refiere, en búsqueda de otro tipo de alternativas que hasta ahora eran minoritarias o, simplemente, no existían. Y parece que estos cambio han llegado para quedarse: hasta el 75% de las pymes y los emprendedores recurren ya a financiación no bancaria. La restricción crediticia es, desde 2009, un hecho palpable ya que ha retrocedido hasta 160.000 millones de euros.
Por ello, y con el objetivo de lograr un crecimiento sostenido en el tiempo, se están empezando imponer la búsqueda de nuevas alternativas, tanto desde sector privado como del sector público. No en vano, éste último ya está llevando a cabo medidas para facilitar la financiación de las pymes a través de sus instituciones y organismos oficiales, como el ICO, que pretende canalizar cerca de 22.000 millones de euros o a través del CERSA, sociedad mercantil adscrita al Ministerio de Industria que ayuda al fortalecimiento de las Sociedades de Garantía Recíproca, que a su vez garantizan los avales necesarios a las pymes que requieran de sus servicios.
Pero además, están surgiendo novedosas fuentes de financiación privada no bancaria como el Crowdfunding o el préstamo o los préstamos interpersonales, financiación toda ella que proviene de otras unidades privadas diferentes de los bancos y que, en numerosas ocasiones, han permitido acometer proyectos que de otro modo hubiesen sido imposibles de llevar a la práctica.
El credit Crunch (o restricción crediticia) está cambiando el paradigma de la financiación, reduciendo la exposición de las empresas a las entidades bancarias y abriendo nuevas vías y alternativas de financiación. Todo apunta a que es un cambio plenamente estructural.
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