Cuando una empresa decide internacionalizarse estableciéndose en otras jurisdicciones, resulta de gran importancia el cómo desembarquemos en el país que elijamos. Ya que aunque nosotros como empresarios podamos verlo como algo exitoso, exótico e incluso como un favor que prestamos al país que nos acoge.
Los agentes económicos y los poderes gubernametales que allí residen, no tienen por qué tener la misma apreciación, para los que somos unos empresarios más, y que aunque no lo parezca, nos vetarán con su legislación si nuestra estrategia puede interpretarse como beligerante con las empresas locales.
Por tanto, para evitar este tipo de situaciones, que pueden suponer incluso el fracaso de nuestro salto al exterior, debemos realizar un ejercicio previo de conocimiento de su normativa, de sus costumbres, su cultura para los negocios, y de los máximos detalles posibles para tratar de adaptar nuestro producto y nuestra estrategia de la manera más armónica posible.
Y para lograrlo debemos de tratar de empatizar con quienes nos reciben, escucharles, no tratar de imponer nuestra visión de los acontecimientos ni nuestra forma de operar, en definitiva, teniendo una actitud tolerante, de respeto, y dejando atrás la actitud de algunas multinacionales que se presentaban en algunos países, generalmente en desarrollo, con una actitud de colonos.
En Pymes y Autónomos | Las franquicias son un filón para la internacionalización de empresas Imagen | gonzalemario