Como he comentado en muchos otros artículos en esta misma tribuna siempre he creído que en el mundo de los negocios cuidar el detalle, las apariencias y el saber estar lo son todo, y ello lo he reflejado en infinidad de ejemplos. Hoy voy a reflejarlo en uno que a las empresas o profesionales les puede pasar desapercibido.
Desde que un cliente entra en nuestras dependencias hasta que sale, vive un conjunto de sensaciones, percepciones y experiencias que le marcarán una u otra percepción de nosotros, y ello abarcará desde la amabilidad en atenderle, el tono de voz que utilicemos, la limpieza, los olores y la comodidad del lugar, pero también abarcará otros aspectos a veces no tan cuidados como la iluminación del lugar o el café que le servimos, y de esto es de lo que quiero hablar.
Yo cuando voy a ver a un cliente o bien a cualquier compromiso profesional, y al entrar en sus oficinas lo primero que me dice la secretaria es si deseo un café o alguna bebida ya me genera el lugar otra percepción. Ahora bien para que esa percepción se consolide, todo el servicio y todo el detalle deberá ser efectuado con calidad.
Es decir, de nada o poco servirá si me vienen a servir un café y me dan un vaso de plástico malo, con una cucharilla de plástico y un café de esos solubles o de pastillas malas. Al contrario, si la empresa se preocupa en servírmelo en taza cerámica, mejor traído en una bandejita con servilletas y algunos azucares o sustitutivos para auto servirme, y si además el café se nota distinguido, de calidad, la percepción cambia mucho.
Por supuesto que el café no marcará el futuro de la relación profesional, por supuesto que aunque me sirvan el mejor café del mundo igual no pueden aportarme nada. O bien al revés, me sirven un mal café o con un mal servicio y resulta que son unos excelentes profesionales, pero como he dicho al principio y en muchas ocasiones, todos los detalles cuentan, y este es uno de los temas a tener presentes.
En Pymes y autónomos | Fragancia laboral, clima sensorial Imagen | Joe Shalabotnik