La lucha por la supervivencia empresarial puede llevarnos a esta disyuntiva, ¿qué hacer, especializarse y ocupar todos los recursos del negocio en una única vía o diversificar riesgos repartiendo esos recursos en distintas actividades? Siempre he defendido que el secreto del éxito ha de partir de ser bueno en lo que uno hace, debemos pues partir de esa premisa a la hora de optar por una o varias actividades.
La especialización supone poner todos los mecanismos que dispone la empresa en una sóla actividad mientras que la diversificación supone el reparto de esos recursos, debemos decidir qué, cómo o por qué debemos destinar mayor inversión a una actividad u otra; podemos tener el problema de que seamos capaces de hacer una cosa bien pero, al tener que ocuparnos de varias, al final las descuidemos todas. Por contra la diversificación puede asegurar la supervivencia de la empresa si nuestra "actividad principal" pasa por dificultades.
Esta disyuntiva es más difícil de resolver cuanto menos consolidada está la empresa. Una empresa que ya tenga un bagaje anterior tiene datos suficientes para establecer los criterios necesarios para tomar esta decisión. Si tenemos definido nuestro mercado y tenemos datos claros sobre la rentabilidad de nuestra actividad, podemos conocer las ventajas e inconvenientes de continuar dedicándonos exclusivamente a ella u optar por destinar parte de los esfuerzos de la empresa en emprender nuevos caminos.
El reparto de recursos puede ser más sencillo, podemos destinar a la actividad secundaria los excedentes de la principal, podemos ir dando mayor importancia a la actividad secundaria a medida en que ésta vaya dando resultados y vaya ganando peso en el balance general de la empresa y todo ello sin descuidar esa actividad principal o minimizando los efectos negativos que esa reasignación de recursos pudiera tener.
Cuando la empresa no tiene una trayectoria suficiente es mucho más difícil tomar esa decisión al carecer de los datos fiables que nos sirvan de soporte a la hora de dar el paso. Si pretendemos atender a dos mercados distintos, trazar estrategias diferentes o simplemente repartir esos recursos de los que disponemos podemos perder eficiencia. Pero por otro lado puede que si no hay una actividad principal suficientemente consolidada podamos ir balanceando los recursos que destinamos a una u otra en función de los resultados de las mismas.
Lo principal es que bien dedicándonos a una sola actividad o a varias podamos ofrecer a nuestro o nuestros mercados productos y servicios de calidad, que seamos capaces de gestionar escenarios distintos, que acertemos en la planificación y en el reparto de esfuerzos y, como antes decía, no perdamos eficiencia.
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