Me llama poderosamente la atención cómo aparecen multitud de estadísticas que señalan a España como uno de los paises que más tiempo se tarda en crear una empresa. Por ejemplo, en España se tarda una media de 47 días en crear una empresa. Estas cifras se suponen que son un lastre para la creación de empleo y para la apertura de establecimientos comerciales.
La mayor parte de los tiempos son consumidos por las administraciones locales y autonómicas en los trámites relativos a la concesión de licencias de apertura o licencias de obras. Estos aspectos se están suavizan sustancialmente con la entrada en vigor de la Ley Omnibus, aunque todavía falta tiempo para que se termine de llevar a cabo su plena implantación. Aún así, creo que el tiempo de creación no es un condicionante tan importante como podemos creer. Montar una empresa requiere un periodo de reflexión, de análisis del mercado, de diseño del producto y servicio que se va a ofrecer. Es bien sabido que es muy difícil comenzar a vender el primer día que se decide montar una empresa.
Por este motivo, veo perfecto que se minimicen los tiempos de creación, pero tampoco carguemos las tintas contra estos plazos como lastre principal para la creación y establecimiento de empresas. El trasfondo de la cuestión va mucho más allá que los plazos de concesión de licencias.
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