De cara a 2025, las cuotas por ingresos reales para los autónomos se moverán entre un mínimo de 200 euros y un máximo de 590 euros al mes. Unas cifras que continuarán aumentando hasta 2032, en los que las cuotas mínimas deberían rondar los 90 euros y las máximas alcanzar los 1.200 euros al mes, según las estimaciones actuales, que siguen sujetas a variaciones periódicas.
Una medida aplaudida y criticada, a partes iguales, principalmente, porque su adaptación progresiva se ha hecho al alza, y no a la baja, manteniendo unas cuotas notablemente elevadas a partir de los 1.700 euros mensuales de ingresos netos, unas cifras que dificulta el acceso o la permanencia de muchos trabajadores por cuenta propia.
Un problema de cifras
Para entender esto, a fondo, es necesario hacer una revisión a los tramos planteados para los autónomos en 2025, teniendo presente que hay sectores y trabajos que requieren de un empleo por cuenta propia o que no siempre resulta sencillo acceder a un trabajo por cuenta ajena.
Así, un trabajador que genere 1.350 en 12 pagas, y cuente con unos mínimos gastos de infraestructura (por ejemplo, 200 euros al mes), debería establecer su base de cotización en el tramo 4, asumiendo un máximo de 290 euros o reduciéndolo a 260 euros si sus ingresos reales bajasen de los 1.166,70 euros mensuales.
Esto no es una excepción a la norma, manteniéndose una notable dificultad para alcanzar unos ingresos netos medianamente estables hasta el centro de los tramos de cotización, que progresivamente contarán con unas cotizaciones más elevadas (en el próximo ejercicio, unos ingresos netos de entre 1.700 y 2030 euros, ya deberían tener presente una cuota mensual media que oscile entre los 350 y los 390 euros.
Por el contrario, entre los 2000 y los 6.000 euros de facturación, las cuotas mensuales seguirán aumentando, pero hasta un máximo de 200 euros extra en los tramos más altos de cotización.
Los intangibles no se comen
Así, como se puede prever, todos aquellos trabajadores autónomos que, este próximo año, no vayan a alcanzar los tramos medios de cotización de la tabla, obtendrían una mayor rentabilidad económica, trabajando por cuenta ajena.
Por descontado, debemos ser conscientes que no todos los empleos pueden realizarse por cuenta ajena y que hay otros elementos, como la flexibilidad laboral o las distintas situaciones personales, que pueden afectar a esta toma de decisiones. Además, el salario es un elemento clave a nivel laboral, pero no el único.
Sin embargo, para que trabajar como autónomo sea más rentable que un salario neto de 1.350 € como asalariado, el autónomo debería tener ingresos brutos superiores a los 2.500 € mensuales, si suponemos unos gastos deducibles del 20 % y una cuota de autónomo de alrededor de 350 €.
Tampoco debe olvidarse que las empresas establecen unas cotizaciones que también se ingresan al estado, pero que no siempre son visibles más allá del cálculo sueldo bruto y sueldo neto de los empleados (y siguen estando ahí).
Una simulación, para entendernos mejor
En cualquier caso, un trabajador por cuenta ajena que recibe un salario neto de 1.350 euros suele tener un sueldo bruto aproximado de 1.588 euros al mes, suponiendo una retención de IRPF del 15 %. Este salario neto incluirá ya todas las deducciones por impuestos y Seguridad Social.
Por otro lado, un autónomo debe considerar varios factores adicionales, como su cuota a la Seguridad Social, los impuestos sobre la renta y los gastos deducibles relacionados con su actividad económica. Así, para que un trabajador por cuenta propia obtenga una ganancia mensual igual o superior a los 1.350 euros netos, hemos simulado distintos escenarios, quedándonos con el más habitual o probable.
En este caso, asumimos que el autónomo tiene unos gastos deducibles del 20 % de sus ingresos brutos (como materiales, herramientas y la cuota de autónomos) y que paga una cuota mensual de, aproximadamente, 350 euros (en el tramo correspondiente a ingresos netos de entre 1.700 y 1.850 euros).
Después de realizar cálculos, un autónomo debería generar unos ingresos brutos de, al menos, 2.500 euros mensuales para igualar el salario neto de 1.350 euros. En este caso, con unos gastos deducibles de 500 euros, su rendimiento neto sería de 2.000 euros. Una vez descontada la cuota de autónomos (350 euros) y el IRPF estimado (300 euros), su ganancia neta sería de 1.350 euros.
Por descontado, estamos hablando de cálculos aproximados que pueden variar según circunstancias concretas de un autónomo (por ejemplo, el porcentaje de gastos estimados), pero que demuestran cómo la presión de las cotizaciones sociales es mucho mayor, en porcentaje, en los tramos inferiores de ingresos.
En paralelo, un autónomo necesita generar unos ingresos mensuales significativamente mayores que un asalariado para igualar el mismo sueldo neto. Así, si bien los tramos de cotización irán adaptándose en los próximos años, hoy parece poco viable trabajar como autónomo a jornada completa por el sueldo mínimo, algo que muchas personas se ven obligadas a seguir haciendo.
Esto preocupa, mucho. O debería hacerlo, ya que según datos de la Agencia Tributaria correspondientes a 2019, aproximadamente dos tercios de los autónomos en España declararon rendimientos netos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) vigente en ese año.
Esto implica que más de dos millones de trabajadores por cuenta propia obtenían ingresos por debajo del SMI. En 2022, esto no había cambiado. Hoy, quizá estemos peor todavía.