El IVA es uno de los pocos impuestos en los que el contribuyente y el sujeto pasivo es diferente. Es decir, aunque sea el cliente el que paga de manera efectiva el impuesto, es la empresa quien debe abonar la cuota resultante de la declaración en la Agencia Tributaria a través de los modelos correspondientes.
Sin embargo, existen determinadas operaciones en las que el encargado de ingresar el IVA a Hacienda no es la empresa que ha emitido previamente las facturas, sino el destinatario de la misma. Esta regla supone una alteración del criterio habitual, y se conoce con el nombre de inversión del sujeto pasivo.
Esta excepción a la norma está regulada en el artículo 84.uno.2º, 3º y 4º de la Ley del IVA (Ley 37/1992), y únicamente está contemplada en el caso de que el receptor de la factura sea también un empresario o profesional, ya sea una persona física o jurídica, en el desarrollo habitual de su actividad económica.
Los supuestos de aplicación de la norma de inversión de sujeto pasivo están desarrollados en el artículo 84.1 2º de la Ley de IVA:
- Cuando el emisor de la factura sea un empresario o profesional que no esté establecido en el territorio de aplicación del IVA (Península y Baleares). Se excluyen, por tanto, las Islas Canarias, Ceuta y Melilla.
- Cuando se trate de operaciones de entrega de oro sin elaborar, productos de oro semielaborados y de ley, igual o superior a 325 milésimas.
- Cuando se trate de prestaciones de servicios que tengan como objeto derechos de emisión de gases de efecto invernadero.
- En determinadas entregas de inmuebles.
- En determinadas ejecuciones de obra con o sin aportaciones de material y en las cesiones de personal para su realización.
- En determinadas entregas que tengan por objeto plata, platino y paladio, en bruto, en polvo o semilabrado.
- Cuando el destinatario de la operación sea un revendedor de teléfonos móviles, portátiles, consolas de videojuegos o tabletas digitales.