Existen diversos métodos para realizar las valoraciones de los elementos de todo balance empresarial. Tradicionalmente, el coste histórico ha constituido el criterio de valoración contable por excelencia, admitiéndose su corrección con carácter general, únicamente al objeto de reconocer las pérdidas efectivas de valor o el deterioro de los activos.
A pesar de que el coste histórico es un método de valoración de activos que goza de gran fiabilidad por tratarse de una valoración esencialmente objetiva y verificable, adolece de ciertas debilidades que es conveniente destacar y que puede hacer que la información contable no sea todo lo relevante que cabría desear.
Entre estas debilidades destacan:
- Las dotaciones anuales por amortización no reflejan el reflejo de la inflación, lo que se traduce en una sobrevaloración de los resultados periódicos y en saldos insuficientes por amortizaciones acumuladas, cuyos importes serán inferiores a los valores de reposición de los bienes amortizados.
- Los resultados provenientes de las enajenaciones de elementos del inmovilizado se atribuyen al ejercicio en que se produce la venta, a pesar de que tales resultados se habrán generado por lo general a lo largo de varios ejercicios.
- El modelo del coste histórico dificulta el reconocimiento de los intangibles internamente generados, activos que, sin embargo, en ciertos sectores empresariales han adquirido gran importancia.
En resumen, la utilización generalizada del coste histórico socava la relevancia de la información financiera, merma su comparabilidad y puede producir una imagen desfavorable de la situación económica en ciertas sociedades.
En Pymes y Autónomos | ¿Qué importancia tiene la correcta valoración de la amortización? Imagen | Jorge Franganillo