No todos los días, pero a menudo tenemos que tomar decisiones de calado, que sin lugar a dudas afectarán a la estrategia de la organización, al desarrollo de acontecimientos futuros, e incluso a nuestro futuro profesional. Decisiones, que necesitan meditarse con tranquilidad, para conseguir determinar el mejor objetivo, al menos, sobre el papel.
En ocasiones nos encontramos muy tensionados con ciertos picos de estrés, o como consecuencia de la propia escasez de tiempo, lo que nos lleva a postergar el momento para decidirnos sobre cualquier cuestión. En este sentido, hoy quiero hablarles sobre cómo proceder a la hora de encontrar el mejor momento para la toma de decisiones.
Hemos de tener en cuenta que algunas decisiones importantes, por suerte, no requieren que nos pronunciemos de manera inmediata, de tal modo que se pueden postergar para el fin de semana, o incluso para la tranquilidad de unas vacaciones si podemos elegir. Por suerte, no siempre es así, y para cuando no podamos esperar hasta la llegada de un momento como este, debemos buscar momentos idóneos (o al menos, más tranquilos) dentro de la propia jornada, como por ejemplo la primera hora de la mañana o el almuerzo.
De tal modo, que no por mucho correr vamos a conseguir tomar la mejor decisión, siendo fundamental saber medir nuestro propio tiempo, entendiendo que más vale esperar un poco más para ganar más tiempo en términos de acierto y de efectividad en lo que se trata de decidir.
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