Trabajar en estos días puede ser complicado. Muchos de nuestros compañeros de empresa están de vacaciones y en las oficinas apenas queda un grupo de irreductibles galos empleados sacando las tareas adelante. Pero motivarse para trabajar mientras los demás están de vacaciones no es sencillo.
Se pueden dar dos circunstancias, la primera es que ya hayas disfrutado de tus vacaciones. En este caso queda el recuerdo del descanso merecido. Llegamos más relajados y tranquilos, más despejados para afrontar con buen talante los trabajos que nos esperan durante el mes de agosto. Además la carga de trabajo es menor, por lo que la tan temida depresión post vacacional se lleva un poco mejor. Si a esto le sumamos que en muchas empresas siguen teniendo jornada de verano, la vuelta al trabajo se hace un poco más llevadera.
Si todavía no nos hemos ido, contamos con la ventaja de que nuestro momento está por llegar. Simplemente contamos los días que nos faltan para decir esa frase odiosa para los que la escuchan de: estoy oficialmente de vacaciones. Esta es la mejor motivación para seguir trabajando en verano. Además en muchos casos los jefes también están de vacaciones y el ambiente es más relajado.
Lo malo es si nuestro trabajo es estacional. Trabajamos a tope en verano, pero sabemos que en invierno seguramente iremos al paro. Aquí la motivación es intentar prolongar al máximo esta campaña de verano. A nadie le gusta estar trabajando mientras todo el mundo se divierte. Pero igualmente habrá unos meses para descansar en los que mientras otros madrugan, estos trabajares estacionales disponen de tiempo libre.
La cosa cambia si trabajamos por nuestra cuenta. En estos casos muchas veces no podemos irnos porque tenemos clientes a los que atender, pero otros han cerrado y el nivel de trabajo ha bajado mucho. Por eso tenemos que afrontar el mes como lo que es, unas mini vacaciones, donde podemos intentar prolongar los fines de semana a cuatro días y concentrar el trabajo pendiente en tres días para que los clientes no se sientan abandonados.
Peor resulta si trabajamos desde casa. Especialmente si tenemos familia, ya que los niños sin colegio invaden nuestro espacio, reclaman nuestra atención. Esto muchas veces nos obliga a cambiar de horarios, trabajar cuando ellos duermen, en la madrugada o el anochecer y dejar las horas más habituales para estar con ellos. No podemos luchar contra esto, solo nos queda adaptarnos para disfrutar del tiempo libre con los amigos o la familia sin que interfiera en nuestras obligaciones laborales.
En Pymes y Autónomos | Trabajar sin jefes en verano, no es el fin del mundo para la empresa
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