Para muchas personas con la responsabilidad de personal a su cargo despedir a empleados no resulta una tarea fácil o agradable, y sin duda no lo es, pero tal vez quizá les ayudará planteárselo desde la óptica más estrictamente profesional, aquella óptica que hace planteárnoslo como una tarea más de nuestras funciones, igual que contratamos o dirigimos, despedimos. Ahora bien eso se pude complicar, cuando se trata de un familiar.
Personalmente siempre he considerado que despedir a un familiar tiene que resultar igual de fácil o de difícil que hacerlo con cualquier otra persona, pues yo no diferencio dentro del trabajo entre tipos de trabajadores y considero que quien sirve, sirve, y aquel que no sirva se le despide y punto. Da lo mismo la condición que sea del despedido, pero no es tan fácil.
Y no es tan fácil, no quizá por la facilidad o no de despedir, no es tan fácil por el mal ambiente que puede despertar un despido en el ámbito familiar y como puede afectar eso a la familia y al entorno familiar en sus relaciones personales en su conjunto. Quizá por eso soy tan reticente y tan contrario a trabajar para familiares, a las empresas familiares.
Y todo ello se produce por una mala concepción, por la concepción de que los familiares ven a la empresa como la vaca a exprimir, como la gallina de los huevos de oro a quien saquear, y no simplemente a una empresa donde prestan sus servicios. Y por contra el empleador, el empresario no ve a trabajadores, sino que ve a familiares, y así no se puede dirigir una empresa. Pues una empresa es una empresa y dirigiéndola se tienen que imponer los intereses de esta, ante los intereses personales de nadie, sea este nadie quien sea.
En Pymes y autónomos | Empresas familiares: cómo tiene que despedir un padre a un hijo Imagen | tnarik