Las empresas necesitan un liderazgo fuerte con el que recuperar la motivación de sus trabajadores para seguir remando en estas circunstancias adversas. Es una de las conclusiones del Global Workforce Study 2012, que revela que el empleado valora, más que nunca, la existencia de un líder eficaz en el que confiar para lograr que la compañía se mantenga a pesar de la tormenta económica.
Este estudio parte de una premisa clara y lógica en esta coyuntura: los trabajadores persiguen mantener su empleo y lograr cierta estabilidad, aunque su motivación para afrontar el día a día baja de manera progresiva. Así, según este estudio realizado mediante la entrevista a más de un millar de profesionales en España, un 46 % de los empleados dice no tener intención de dejar su empresa, mientras que más de la mitad preferiría estar allí durante toda su vida laboral.
Pero, como decíamos, ese deseo de estabilidad choca con una motivación por los suelos ante una mayor presión en el entorno de trabajo y la desconfianza ante el futuro. Casi el 50 % de los trabajadores aseguran sufrir una excesiva presión en el trabajo, mientras que casi la misma cifra piensa que irá a más a corto y medio plazo.
Estas reacciones son, ciertamente, lógicas ante el panorama complejo que hay por delante. Pero, ¿dónde está, por tanto, el margen de mejora? ¿Se puede revertir esta situación? Por supuesto. Desde el lado de los trabajadores, según este estudio, hay un deseo expreso de tener un liderazgo eficaz que mantenga la estabilidad del proyecto empresarial. Y hoy lo que tienen es justo lo contrario: sólo un tercio cree que la alta dirección aboga por el bienestar de la plantilla, mientras que sólo cuatro de cada diez tiene confianza en el trabajo de los líderes.
Por lo tanto, ¿a qué están esperando las empresas? La desmotivación de los trabajadores es, en una parte sustancial, debida a la ausencia de un liderazgo eficaz, del que hoy se necesitan grandes dosis. En sus manos está.
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