El tiempo es uno de los bienes más escasos, preciados y valiosos de un profesional autónomo. Puede convertirse, incluso, en uno de los mejores argumentos de venta de servicios y productos. Por eso, su control y aprovechamiento al máximo debe ser un objetivo prioritario. Y para ello, el cronómetro es un instrumento poderoso que será muy útil para tomar decisiones.
A diario, especialmente en un trabajo con un marcado acento online, existen muchos riesgos de malgastar ese preciado tiempo. Eso se suma a que un profesional autónomo debe responder en todos los frentes y precisamente las horas no son un activo que le sobre en el día a día. Por esa misma razón llegar la hora de cerrar la jornada y ver que no se ha conseguido ni la mitad de los objetivos marcados por esa pérdida (en parte, involuntaria) del tiempo es frustrante.
En este punto, como decía al comienzo, el cronómetro es un buen ‘compañero de viaje’. Fundamentalmente en dos casos: - Uno de ellos es cuando eres consciente de que no estás aprovechando el tiempo al máximo, de que se están produciendo ‘fugas’ y quieres poner límites. Para eso, el cronómetro sirve como muro de contención: fijarse 45 minutos para la próxima tarea nos obligará a ejecutarla en ese tiempo y en caso contrario, nos permitirá evitar la procastinación (posponer las decisiones y trabajos).
- El otro caso es el referido a aquellos que quieren conocer cuál es la inversión de tiempo en todas las tareas, no sólo para ponerles ‘precio’ de venta, sino para llevar a cabo una organización del día a día mucho más acorde con la efectividad al completar los trabajos. Si piensas que un informe puede estar acabado en dos horas y, finalmente, inviertes cuatro, no sólo está fallando tu productividad, sino también tu negocio.
Ya sea en un ‘escenario’ como en otro, es una herramienta interesante para que los profesionales sigan defendiéndose con uñas y dientes contra la procastinación y las pérdidas innecesarias de tiempo.
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