En la relaciones profesionales casi todos los líderes siempre cuentan con un grupo de, por así decirlo, favoritos.
Tratan inconscientemente a ciertos miembros del equipo de manera diferente y especial al del resto de integrantes.
Esto se debe a que las ideas preconcebidas de los líderes pueden conducir a la diferenciación en las relaciones que tienen con los individuos.
Los empleados generalmente aceptan este tipo de diferenciación siempre y cuando ciertas condiciones estén presentes, como un clima de equidad o una alta interdependencia de equipo.
Los niveles moderados de tratamiento diferencial contribuyen a una atmósfera de productividad, pero se debe tener cuidado de no llevar este tipo de tratamiento al extremo.
Cuando se lleva demasiado lejos el favoritismo, por lo general, resulta en una tremenda fricción interna, lo que reduce el rendimiento del equipo. Encontrar el equilibrio adecuado es esencial para maximizar el rendimiento del conjunto.
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