Cumplir más horas delante del ordenador, consultar el correo electrónico a horas intempestivas, quitar horas de descanso y desconexión no acarrea más productividad. Puede resultar un contrasentido en un momento en el que quien tiene un trabajo o una empresa a pleno rendimiento tiene casi un tesoro. Sin embargo, está demostrado que trabajar mucho no significa trabajar bien.
Poner en marcha un proyecto, mantener la actividad de tu negocio en plena tormenta económica se convierte, en la práctica totalidad de los casos, en una tarea casi titánica. Es innegable. Pero eso no puede llevar al emprendedor que se lanza a esa aventura a pensar que desconectar no forma parte del ‘juego’ y que la adicción al trabajo es un precio que hay que pagar para alcanzar el éxito. Nada más lejos de la realidad.
Resulta cada vez más habitual ver cómo emprendedores y pequeños empresarios reconocen, a veces incluso con cierto tono de orgullo, que viven por y para el trabajo, que su día a día apenas se sale de sus tareas puramente profesionales. “Es lo que toca en estos tiempos difíciles”, justifican algunos. “El que algo quiere, algo le cuesta”, admiten otros. Pero, ¿realmente optar por esa organización supone ser más responsable con el proyecto que quien busca un equilibrio?
Hace unos días leía un artículo de Berto Pena en su blog sobre productividad ‘Think Wasabi’. El título lo decía todo: ¿Workaholic o productivo? En él, plasmaba varias ideas entre las que destaco tres que me parecen realmente demoledoras: el adicto al trabajo suele crear más problemas de los que soluciona; echar más horas no significa que te preocupes más que yo, sólo significa que trabajas más horas, y que vivir colgado de tus tareas profesionales siempre haciendo cosas lleva a descuidar la parte más importante de la vida, que es la familia.
Quizá muchos cuando leen este tipo de ideas afirman: “Eso es muy fácil en la teoría, pero no en la práctica”. Lo primero es admitir que trabajar más no significa hacerlo mejor. Después llegará la priorización de tareas, las técnicas de concentración… Pero, hay algo que es indiscutible: la adicción al trabajo y la productividad no se llevan bien.
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