En la tarde de ayer Apple se ponía de nuevo bajo los focos para presentar el flamante modelo de iPhone. Era la segunda gran presentación sin su fundador y ‘alma mater’, Steve Jobs, y tenía las mismas expectativas de los millones de amantes de la marca. Y, como ya ocurriera con el modelo 4S, llegó una nueva decepción. Se trata del vivo ejemplo de cómo mantener el listón en lo más alto puede ser la propia trampa de una empresa.
Las presentaciones de producto en Apple se habían convertido en un evento no seguido, sino admirado por millones de fans de la compañía. Las llamadas Keynotes con su ‘alma mater’ en el centro del escenario hacían, incluso, que su valor en Bolsa se disparara. Con cada modelo se daba un salto de gigante en la evolución del producto y de la tecnología mundial. La muerte de Jobs marcó un antes y un después, mientras el listón seguía en lo más alto.
Las exigencias seguían siendo máximas y sus usuarios, esos que son ‘evangelizadores’ de una marca que casi no necesita invertir en marketing, querían más. Pero el genio salió del escenario, las ideas revolucionarias se empezaron a agotar, las novedades espectaculares desaparecieron de sus presentaciones… Y la decepción empezaba a calar poco a poco.
Sin entrar en valoraciones técnicas, como han hecho nuestros compañeros de Applesfera, presentación de ayer fue una muestra palpable de esa decepción. Escasas novedades y, sobre todo, ninguna pizca de esa ‘magia’ de comunicación de la que hacía a la compañía tan amada por muchos.
Llegar a la cima es muy difícil y necesita muchos años de duro trabajo. Pero el mayor reto es mantenerse inmune al paso del tiempo, a la dificultad para superarse más y más, a las duras exigencias de tus seguidores, a los avances enormes de tu competencia. La clave no está en crecer mucho y muy rápido, sino en no caer.
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Imagen | Acaben