La retribución y demás políticas de compensación suponen un importante incentivo para dirigir los esfuerzos de los equipos de trabajo hacia la consecución de objetivos determinados. Unos objetivos que se presupone que están confeccionados para lograr el mejor resultado en base a la posición de cada uno de los colaboradores, pero, ¿nos planteamos de verdad si los objetivos del equipo están bien sincronizados?
Pues bien, aunque parezca que normalmente es así, no siempre se presenta de este modo en el mundo de la empresa, al existir muchos casos en los jefes se les valoran por hechos mesurables, objetivos y que poco margen dan para interpretaciones subjetivas. Al los subordinados se les valora justamente por esto último, o simplemente sobre parcelas que poco tienen que ver o incluso contrarias.
Por tanto, para evitar este tipo de situaciones no es ninguna tontería definir objetivos departamentales tanto a efectos de gestión así como en las políticas de compensación. Para entender que la tarea de evaluar el desempeño de jefes y subordinados debe ir de la mano del establecimiento de los incentivos necesarios para lograr el mejor resultado de manera conjunta.
En otro orden de cosas debemos evitar por todos los medios las valoraciones subjetivas que tan poco equitativas resultan, llegando a ser apreciadas como poco meritorias, injustas e incluso contrarias a la productividad, limitando el potencial del equipo a la hora de lograr nuevas metas y compromisos.
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