Desde que comenzó la crisis actual hemos escuchado en reiteradas ocasiones como al gobierno anterior le reprochaban reiteradamente que gobernar en tiempos de bonanza económica, y por tanto, de abundancia de recursos no tiene mérito, por lo mucho que simplifica la gestión al poder disfrutar de semejante escenario. La dificulatad vienen cuando las tornas se cambian.
Eso que es evidente para los políticos, es también aplicable para los directivos y desde luego gestionar una empresa en momentos de abundancia y dirigir con el viento a favor, cuando los buenos resultados llegan aunque las cosas se hagan mal no tiene mérito porque la cuenta de resultas cubrirá todas las imperfecciones.
Sin embargo cuando el momento es difícil y las circunstancias adversas es cuando hay que mostrar la capacidad de gestión y poner en valor la capacidad de dirección. No hay mejor momento como el de los últimos tres años para poner a examen a los directivos y evaluar sus capacidades directivas y de gestión.
Si reflexionamos sobre esta cuestión ¿existe calidad directiva en el empresariado español?. Siendo objetivos y viendo los malos resultados económicos y la incapacidad para afrontar una situación tan severa como la que atraviesa España en la actualidad seguramente que habría un consenso en suspender a nuestros empresarios.
En gran parte, por el hecho de la mala formación que tienen nuestros empresarios y directivos y la falta de visión estratégica de la que hacen gala, en gran parte porque en los últimos treinta años la economía española se ha basado en una cultura cortoplacista que conjuga bastante mal con una visión estratégica de negocio.
Imagen|rileyroxx
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