A lo largo de nuestra vida profesional debemos enfrentarnos a diversos cambios, algunos elegidos por nosotros y otros que se dan de manera ajena a nuestra voluntad, pero que igualmente tenemos que encarar, suponiendo un nuevo desafío para el que deseamos que sea exitoso.
En este proceso se entremezclan muchos sentimientos y desafíos personales, para los que no todos los profesionales cuentan con la misma actitud, siendo la capacidad y la predisposición que demostremos en el proceso, los aditivos que más pueden contribuir al potencial éxito que podemos tener.
Por tanto, si contamos con una buena predisposición, los cambios no nos supondrán ningún tipo de obstáculo, porque iremos con ganas y estaremos abiertos a cualquier modificación en nuestras tareas y/o responsabilidades. Pero si no contamos con ello, por muy buena aptitud que tengamos para la nueva etapa, es más probable que fracasemos en este empeño.
Por tanto, el factor de la motivación puede ser mucho más crítico que otros aspectos como la formación o la propia experiencia profesional, que aunque son los más objetivos y valorados por parte de los profesionales de recursos humanos, pueden no ser suficientes para garantizar el proceso.
En Pymes y Autónomos | Escuchar un no, no implica un fracaso
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