A medida que se acerca septiembre veremos y según se vayan reincorporando los trabajadores que han estado de vacaciones empezaremos a oír hablar sobre el síndrome postvacacional. Pero se trata de una invención o de algo real. Lo cierto es que se calcula que afecta a uno de cada tres trabajadores.
Pero hay que relativizar sus efectos, se trata de un cuadro que puede generar estrés y fatiga derivados de una incorrecta adaptación al orden y rutina a la vuelta de vacaciones. Se agrava a medida el que tiempo de descanso disfrutado ha sido mayor, y que vuelven a un entorno laboral hostil.
Dicho de otro modo, si nos incorporamos de vacaciones y todavía tenemos en la empresa jornada intensiva de verano, los efectos del síndrome postvacacional son menores. Si nos incorporamos ya en septiembre, una vez iniciado el curso escolar y con todo el tráfico de la ciudad en marcha, será más complicada la adaptación.
Lo más complicado de todo es recuperar la concentración. Por eso a la hora de programar nuestro trabajo lo ideal es no forzar nuestra agenda y dar por supuesto que vamos a estar al 100% desde el primer día. Lo ideal es comenzar la semana, ponernos al día e ir mejorando nuestra productividad hasta alcanzar el 100% lo antes posible.
Para ello lo ideal es utilizar las rutinas, para volver a entrar lo antes posible en nuestro flujo de trabajo. No se trata solo de rutinas laborales, sino también en nuestra vida diaria. Lo cierto es que en una semana deberíamos estar completamente adaptados, pero a las personas más inflexibles les podría costar un poco más.
La parte positiva es que en muchas empresas tampoco están al 100% de trabajo, por lo que una merma de productividad por este síndrome tampoco debería notarse de forma importante. Otra cosa son los trabajadores que retrasan sus vacaciones y se incorporan llegado ya el mes de septiembre, donde la mayoría de los negocios vuelven a recuperar la normalidad.
En Pymes y Autónomos | Cómo afrontar el estrés postvacacional
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