Los autónomos en la mayoría de los casos no pueden coger vacaciones. En el mejor de los casos trampean un día por aquí y otro para allá para sacar algún fin de semana más longevo de lo habitual, algo que para muchos es un puente para los autónomos pueden ser sus vacaciones. Pero también tiene sus ventajas ya que no sufrirás ese síndrome postvacacional del que se hablará en los todos los informativos de aquí a un par de semanas.
Se caracteriza el síndrome postvacacional como la desidia y falta de ánimo a la vuelta del trabajo y se produce por una mala adaptación a la vida activa. No es una enfermedad profesional ni va a producir una baja, pero si afecta a la productividad y las primeras semanas a la vuelta de un largo periodo de vacaciones supone una merma importante de la productividad.
Raro será el autónomo que haya podido cogerse un mes de vacaciones. Y en todo caso se da cuenta que a la vuelta lo que le toca es ponerse las pilas, para empezar a facturar y generar los ingresos que ha dejado de percibir durante su periodo de vacaciones, donde ha tenido que tirar de sus ahorros para poder hacer frente a sus pagos.
El problema para muchos es que la vuelta a la actividad puede suponer una bajada de trabajo. Los gastos de las vacaciones para muchos consumidores se suman a los escolares y si nuestros clientes son los particulares simplemente el nivel de gasto será inferior. Si son empresas muchas de ellas se están todavía organizando en este mes para lo que queda de año.
A esto se le suma que abren muchas de las empresas que son su competencia y en los meses de verano han podido cerrar. Por eso el síndrome postvacacional del autónomo puede venir por tener que aguantar al resto quejándose de lo duro que es volver al trabajo después de las vacaciones y ver que ellos tienen menos encargos o clientes de los que les gustaría.
En Pymes y Autónomos | El síndrome post-vacacional y la vuelta al trabajo
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