Ahora más que nunca las empresas están ajustando sus costes, sobre todo a la hora de acometer inversiones y cambios en el negocio. Dentro de este cambio de tendencia que se ha apreciado desde la llegada de la crisis económica, me ha llamado la atención el caso de un pequeño comercio de tatuajes en Pittsburgh (EEUU), que en lugar de realizar un importante gasto en baldosas, ha decidido pegar en el suelo monedas de un centavo de dólar, afrontando un coste de 3 dólares el metro cuadrado, muy inferior al coste de los materiales que les habían presupuestado.
Una solución en la que este empresario ha tenido que emplear muchas horas de su trabajo en ir pegando cada una de las monedas al suelo (nada más y nada menos que 250.000 unidades), algo que puede hacer que no sea tan interesante esta opción, y tal vez, al final no se haya logrado alcanzar el ahorro que se perseguía.
Con ello, quiero decir que muchas veces, cuando necesitamos realizar un determinado gasto, nos obsesionamos por conseguir opciones mucho más económicas, sin pensar en su calidad, ni en su durabilidad, y ni tan siquiera, y como en este caso, en el coste total si imputamos a la variable tiempo. Cuyo coste suele ser muy elevado, especialmente si este es escaso.
No obstante, esta solución puede derivar en un éxito, al tratarse de un atractivo que funcione como un reclamo para sus potenciales clientes, tal y como sucedió con el famoso Ecce Homo del que les hablé recientemente en estas páginas. Siendo totalmente válido, que dicho empresario buscase dos objetivos al mismo tiempo, el ahorro de costes y el impregnar un carácter exclusivo a su negocio.
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